Por favor, ¡cuídate bajo el sol!

Por favor, ¡cuídate bajo el sol!

A lo largo de mis cotidianos paseos matutinos me he ido encontrando, con excesiva asiduidad, con personas que acuden a la playa sin ponerse crema solar, sin proteger sus ojos con gafas apropiadas para ahorrarles el estrés, a sus retinas, de recibir excesivas radiaciones, sin tapar sus testas con algún tipo de sombrero, gorra o similar y sin ¡sombrilla! 

Sin ir más lejos, el otro día me encontré por casualidad con una de mis vecinas, la cual se disponía a bajar a la playa con su marido para mitigar los calores del momento. Nota al margen: eran las 12:00 del mediodía y la pareja no llevaba consigo ni sombrilla, ni sombrero, ni gafas solares. Ante tal “desprotegida” situación, no pude contenerme y le pregunté a la pareja si no podrían replantearse el hecho de añadir, a sus útiles playeros, alguno de los antedichos objetos.

Su respuesta me dejó anonadada: “Tranquila niña si el sol a mí no me molesta, siempre lo hago así, tú es que eres muy blanquita de piel”.

La duda me sobrevino: ¿por qué sucede esto? ¿se trata de desconocimiento? “No puede ser”, me respondo a mí misma, “si hay millones de montañas de información al respecto de “cómo cuidarse en verano”” …no obstante, aún me pasma ver cómo, a pesar de todo lo que sabemos sobre el tema, nada parece cambiar. ¿Tanto nos cuesta cuidarnos un poquito? O es que ¿realmente nos creemos inmunes a los efectos adversos del sol? 

No cuesta nada poner las medidas necesarias, las cuales sabemos, a ciencia cierta, que funcionan, para evitarnos quemaduras, dolores de cabeza, insolaciones, desmayos, deshidrataciones… durante el verano. Cuidarnos bajo el sol nos regala grandes beneficios, ya que luciremos bronceados más duraderos, seremos propietarios o propietarias de pieles hidratadas y joviales, además de disfrutar, en general, de una beneficiosa y saludable experiencia playera.

Aquí hago un llamamiento al sentido común y al autocuidado… pero cómo no me veo a mí misma desempeñando el antiguo oficio de pregonera, luciendo gorra, corneta en mano y gritando con voz recia tras anunciar el inicio del pregón con el consabido: “¡¡¡Se hace saber…!!!”, he decido compartir hábitos sencillos para cuidarnos bajo el sol de una forma menos rimbombante, a través de la palabra escrita. 

Por consiguiente, antes de acudir a la playa te invito a que repases estos seis hábitos, para fomentar tus cuidados bajo los rayos del sol: 

1. Lleva abundante agua para hidratarte: la transpiración hace que te deshidrates sin darte cuenta. Una buena opción es llevar un termo, el cual permite que el agua permanezca fresca por más tiempo, además de ser un envase reutilizable, evitando así generar residuos plásticos, como botellas, y su posterior reciclaje. También está la opción de llevarte un botijo, pero este resulta mucho más pesado y menos manejable. No sé si lo has probado, pero beber a caliche de un botijo tiene su intríngulis. 

2. Protege tus ojos de la radiaciones solares, ¡los ojos son los grandes olvidados cuando estamos junto al mar!usa gafas de sol homologadas, que sean capaces de frenar las radiaciones solares y la excesiva luminosidad del entorno, las cuales se amplifican al reflejarse en la arena y en el agua. Estas gafas, además de quedarte más o menos chic, evitarán que los rayos del sol causen un daño ocular y posibles deslumbramientos. 

Recuerda adquirir este tipo de gafas en una óptica o en establecimientos especializados en este tipo de lentes y asegúrate de que estas tengan las homologaciones adecuadas. Nada de comprarlas en mercadillos o en puestos ambulantes, ya que esas lentes no llevan la garantía de proteger de forma óptima tus preciados ojos y podrían ser de mala calidad llegando incluso a ser perjudiciales para ellos.

3. Usar un sombrero, gorra, o lo que te guste para proteger, no solo tus ojos de las radiaciones solares, sino también tu cabeza en aras de evitar insolaciones. Aquí te recomiendo el uso del sombrero borsalino, o de panamá, hecho en paja, ya que este material es mucho más transpirable y liviano que el algodón de una gorra, manteniendo así la cabeza más fresca. Además de ser elegante, el ala ancha de este tipo de sombreros es perfecta para proteger tus ojos del sol. ¡Ojos y cabeza a salvo del calor y del sol con estilo!

4. Lleva contigo una sombrilla para resguardarte del sol. Y si sois muchos en la familia, pues haceros con más de una. Eso si, recuerda que bajo su tela también recibes algo de radiación solar, aunque menos, así que ponte crema, también, cuando estés bajo la sombrilla. 

5. Aunque parezca de Perogrullo, usa crema solar. ¡Por favor, úsala bien! ¿Por qué condenar a tu piel a sufrir los efectos de los rayos ultravioletas del sol, si se lo puedes evitar con tan solo un gesto? Ahorrarle quemaduras a tu piel es muy sencillo, tanto como aplicarte la crema solar al menos 30 minutos antes de acudir a la playa, para que cuando llegues a la arena, ésta ya haya actuado y te proteja adecuadamente. Ese es el tiempo, 30 minutos, que necesitan las cremas solares de composición química, las más comunes en el mercado, para desempeñar su acción protectora. 

¡Imagínate el estrés, los sudores y las palpitaciones de tu piel al estar esos requeridos 30 minutos a las 12:00 del mediodía bajo el ardiente sol y sin protección alguna!

Ni que decir tiene que tampoco es recomendable untarse la crema solar para, acto seguido, sumergirse en el agua… el producto se disolverá en el mar, sin causar efecto protector alguno en nuestra piel, dejándote a merced de los rayos solares sin pantalla de ningún tipo.

Si tienes alergias o problemas cutáneos de otro tipo como piel sensible, dermatitis o rosácea, tal vez una buena opción sean las cremas de composición mineral. Aquí te dejo el enlace a mi post sobre cremas solares, por si te interesa saber más sobre ellas (https://www.cynthiaabarrategui.es/cremas-solares-quimicas-o-minerales/)

¡Ah! y cuando te apliques la crema solar, ¡no te olvides de las orejas!, ellas también se queman bajo el sol si no se protegen adecuadamente. Aquí el sombrero también nos salva de quemaduras auriculares.

6. No tomar el sol en las horas de mayor intensidad. Dejo este punto para el último por ser el más sencillo.

Recuerda, por si no lo sabías, que la piel tiene memoria … tal vez tú no lo hagas, pero ella, sin duda, se acordará siempre de aquel verano en el que no te pusiste la crema a tiempo y la condenaste a achicharrarse bajo el ardiente sol de Marbella (por citar algún lugar de veraneo). 

Espero contribuir con estas líneas a la divulgación de estos sencillos hábitos destinados a cuidarnos bajo los rayos solares. 

Te deseo una saludable y placentera experiencia veraniega y una, aún mejor, estancia playera. ¡Felices vacaciones! 

¡Piel sana, ojos protegidos y cuerpo hidratado!

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