MIS EXPERIENCIAS EN EL LABORATORIO -PARTE I

MIS EXPERIENCIAS EN EL LABORATORIO -PARTE I
Vídeo presentación del post «Mis experiencias en el laboratorio»

PARTE I: EXPERIMENTAR CON ANIMALES DE LABORATORIO

Me viene a la memoria una de las prácticas de la carrera en la cual nos daban, por cada dos personas, un ratón albino para que aprendiéramos la anatomía de los órganos internos de los mamíferos.

El ritual consistía en aguardar delante de la poyata, bisturí en mano, a que nos trajeran al recién sacrificado roedor para proceder a su disección bajo las rigurosas instrucciones del encargado de las prácticas.

Lo cierto es que, al no estar yo muy conforme con el sacrificio del ratón y, tal vez, en un vano esfuerzo por humanizar el proceso, o para mostrarle respeto al ser que estábamos abriendo en canal o no sé por qué razón, decidí ponerle nombre. La idea gustó en el aula y más compañeros se sumaron a la iniciativa. Todos estábamos manejando la situación lo mejor posible…todos menos uno. Aún sonrío al recordar a… digamos “compañero X”. Pues bien, mi compañero X tenía un miedo atroz a los roedores y decidió compartir ese hecho con nosotras (éramos un 90% de féminas en la clase) en busca del apoyo y comprensión, a menudo asociados al género femenino. Por supuesto fue objeto de mofas, burlas y demás bromas pesadas durante el resto de las prácticas.

Al abandonar el aula de prácticas, además del conocimiento de la anatomía interna del ratón, el cual cumplió con honores su labor docente, me llevé conmigo un poso de amargura al preguntarme si tal sacrificio era realmente necesario y si no habría otras formas menos sanguinarias de aprender anatomía. 

De hecho, las hay. Afortunadamente, existen varias iniciativas como por ejemplo InterNICHE que contiene más de 1000 alternativas que no implican el uso de animales para ayudar al profesorado en su labor de docencia. Por ejemplo, simulaciones por ordenador, el uso de maniquíes o modelos de disección de ratón que permitan conocer su anatomía sin necesidad de dañar al animal o incluso utilizar órganos procedentes de mataderos.

Años más tarde, al terminar la carrera, comencé a trabajar en laboratorios de cardiología y del aparato digestivo con el fin de hacer mi tesis doctoral. Para mi sorpresa, los proyectos que me asignaron requerían de experimentación con animales, sobre todo de ratas y conejos. De nuevo tuve que enfrentarme a algo que no me confortaba en absoluto llegando a desagradarme en extremo.

Experimentar con animales nunca me agradó ni lo más mínimo por varios motivos. Desde un punto más personal, me gustan los animales así que os podréis imaginar cómo me sobrecogía cada vez que yo misma o el técnico del animalario teníamos que manipular a uno de esos animalillos para mis estudios. 

Por aquel entonces, os estoy hablando de hace más de 15 años, la experimentación con animales no estaba ni tan regulada ni vigilada como ahora, y, por tanto, el trato que recibían estos animales contaba con un amplio margen de mejora. 

Desde hace varios años y, en gran parte gracias a la presión social, existe una legislación que regula las condiciones y las técnicas empleadas para asegurar un trato digno de los animales de laboratorio, además de haberse constituido comités éticos de bienestar animal. Así que es innegable que entre todos podemos hacer un mundo mejor y más justo.

No obstante, si me preguntaseis: ¿los animales de laboratorio son realmente necesarios? 

Os diría…continuará…mi respuesta en mi próximo post.  

Imagen de Tibor Janosi Mozes en Pixabay