LOS SECRETOS TRAS EL SECRETO ADAMANTINO- PARTE II

LOS SECRETOS TRAS EL SECRETO ADAMANTINO- PARTE II

FUSIONANDO MUNDOS

Heme, por aquel entonces, escribiendo una segunda versión de mi primera obra literaria centrada, esta vez, en la odontología como disciplina médica y eje central.

Para evitar el sopor de la primera tentativa, decidí crear varios personajes y embeber la información científica en situaciones cotidianas. “Esto tiene mucha mejor pinta”, me dije entusiasmada. 

La nueva obra contaba ya con un nutrido número de capítulos repartidos en más de ciento cincuenta páginas. Antes de ir más allá, decidí que había llegado el momento de pasar una primera prueba de fuego: dejar que otra persona leyera la obra. En mi caso, como tengo la enorme suerte de poder compartir mi gusto por la escritura y la ciencia con mi pareja, J.R, orgullosa y optimista, aunque algo medrosa, he de admitir, decidí lanzarme y dejarle disfrutar con la lectura de mi “muy mejorada” novela. 

El sentido del oído se agudiza cuando en el cuarto de al lado se está llevando a cabo la lectura del primer borrador de una obra. No es buena señal, ya os lo aseguro, si se escuchan suspiros, resoplidos e incluso bostezos. Si, además, se unen a este baile de aspiraciones y expiraciones, el crujido y demás ruidos causados por la persona retorciéndose en la silla, actitud tras la que, sin duda, subyace la inquietud, el ansia o el hastío…

El veredicto fue breve e implacable.

— Se me está haciendo bola… —me dijo sin miramientos, cuando sólo llevaba escasas páginas leídas. 

“¡Perfecto! No sé escribir, no tengo talento…no sirvo para esto, no tengo nada que contar y no sé hacerlo, esto es una pérdida de tiempo…”. Esas palabras asaltaron mi mente como si fueran lobos rabiosos decididos a destrozar mi creatividad. Seguro que alguna vez os ha ocurrido algo parecido. 

Una vez pasada la primera oleada de miedo y decepción, me reuní conmigo misma y escuché lo que tenía que decirme. La conclusión fue rotunda: quería escribir porque estaba totalmente convencida del beneficio de acercar la ciencia a todos para ser entendida y disfrutada. “Nadie dijo que fuera a ser fácil”, me animé de nuevo. “Mares en calma no hacen buenos marineros”, me recordé. Así que decidí izar las velas de la perseverancia y retomar la travesía.

Aquí J.R. tuvo una de esas ideas sublimes y brillantes. Me propuso que incluyera una trama policiaca como hilo conductor de la novela y que fuera entretejiendo toda la información científica. Et voilà!

Resumiré diciendo que la creación de la trama policiaca llevó bastante tiempo, sobretodo por la necesidad de crear situaciones originales donde encajaran cómodamente los datos científicos. La coherencia de las situaciones y deducciones policiacas tenían que ser creíbles a la par que creativas. Era de suma importancia, además, que la información científica estuviera contada de tal forma que fuera entendible por todo el mundo. Un ingrediente final aliñó este “plato literario” … ¡el humor!

La travesía de crear “El secreto adamantino” ha durado casi cuatro años… y el resultado es cuando menos reconfortante. Como lo es leer algunas reseñas de lectores satisfechos: para mí es todo un regalo. Reconozco que jamás me imaginé que la fusión entre los géneros policiaco y científico, resultaría ser una forma de poder acercar la ciencia a todo el mundo. 

Foto cedida por Calum Lewis en Unsplash