Cómo conseguir que el conocimiento llegue a todos
“Divulgar” resulta ser el hecho de conseguir que un conjunto de conocimientos llegue a muchas personas.
Si nos enmarcamos en el área científica, la divulgación no es tarea fácil. ¿Por qué? Os preguntaréis. Pues porque la ciencia es tremendamente compleja en sí misma, sumado a una terminología y a una forma de comunicar los hallazgos científicos, nada fáciles de entender a menos que se sea una persona experta en la materia.
Todo esto hace que sea necesaria una traducción científico-popular para poder entender toda la esencia embebida en el conocimiento científico. Os hablo de “esencia” porque la divulgación se podría asemejar al arte de crear un perfume, ya que, en ambos casos, se requieren tres pasos para lograr el objetivo.
El primer paso consiste en recolectar los ingredientes adecuados.
En el caso del perfume, estos ingredientes podrían ser unas flores elegidas por su particular aroma. En la divulgación científica, estaríamos hablado de información científica veraz y contrastada, obtenida de la recopilación de diversos artículos o fuentes de información fiables relativos al tema a divulgar.
Estaremos de acuerdo en que optar por ingredientes de calidad será vital para obtener resultados óptimos, ya hablemos de un perfume o de divulgación; no obstante, este punto requiere un esfuerzo extra.
En un campo plagado de flores, elegir las mejores requiere esfuerzo y tiempo. En el área de la divulgación, ocurre lo mismo. Y si además le sumamos el desorbitado aumento de la información que circula por internet, tenemos como resultado que, cada vez, es más difícil discernir entre lo real y lo falso, dando como resultado una tremenda desinformación. Por tal motivo, contrastar las fuentes de información para asegurar, al menos, una procedencia de calidad es imperativo. Otra consideración importante pasa por verificar que la información que tenemos delante sea fidedigna. Os aseguro que lograr esto último, en muchas ocasiones, resulta una labor titánica. En mi caso, cuando tengo que elegir los datos para mis divulgaciones, suelo leer distintos artículos sobre un mismo tema provenientes de fuentes fiables y comparo las conclusiones compartidas por los autores. Cuando todos están de acuerdo, la decisión es fácil. No obstante, ¿qué hacer cuando un autor afirma una cosa y otro la contradice en otra publicación? ¿Es fiable esa información? ¿Cuál de los dos autores está en lo cierto? En muchos casos, resulta imposible responder a esta pregunta, así que opto por descartar esa información, ya que, bajo mi punto de vista, se trata de datos o conclusiones demasiado preliminares y controvertidas como para divulgarlas y su confirmación requiere de estudios extra.
Abro un paréntesis para comentar que considero fundamental cuestionarse todo lo que uno lee, independientemente de quien o que medio lo publique.
Bien, sigamos.
Una vez que hemos elegido y disponemos de los ingredientes deseados, el segundo paso consiste en extraer su esencia.
Por su parte, el perfumista tendrá que conseguir separar el aroma elegido del resto de las partes de la flor, y el divulgador tendrá que ser capaz de entender e identificar, entre la amalgama de datos, fórmulas y demás creaciones científicas, la información más pertinente y relevante para sus lectores o audiencia. Para lograr separar el “grano” de la paja, es necesaria una profunda comprensión y entendimiento del tema científico en aras de captar el mensaje principal a compartir.
Tras todo este trabajo de búsqueda, selección y síntesis, aún no hemos llegado al final del camino. Nos falta el tercer paso que consiste en lograr una mezcla exclusiva.
El arte de conjugar aromas y esencias para lograr un perfume de calidad requiere, sin duda, de creatividad e inspiración por parte de un artista. En la divulgación, todo es más modesto, pero también exige que toda la información extraída, en los pasos anteriores, se conjugue adecuadamente para crear un nuevo y simplificado mensaje que contenga la esencia del ingrediente científico. Aquí radica parte de la complejidad, ya que esa simplificación está irremediablemente unida a una pérdida del detalle técnico en beneficio de un lenguaje más mundano y llano, comprensible por todos. Por lo tanto, este último paso es fundamental ya que haremos uso de la traducción científico-popular, que comentaba al principio de este post, para lograr una divulgación de calidad, útil, fidedigna y lo más fiel posible al mensaje original expresado por los científicos en sus publicaciones y estudios.
Si considerara a mi primera novela como un perfume, podría decir que sería una mezcla inicial de mensajes científicos simplificados, enriquecida con algunos ingredientes extras, para entretener y alegrar al lector en su recorrido por la obra literaria, a saber: ¾ partes de ficción, unas gotitas de humor, leves trazas de sarcasmo y unos personajes imperfectos y humanizados. Todo esto bien mezclado y servido en un envoltorio de unas 388 páginas, compone una obra literaria a través de la cual se aprende mucho mientras se desvela un misterio.
Como podéis comprobar, pasar del lenguaje científico a uno más cotidiano requiere de tiempo, mucha lectura, información fiable, comprensión del tema tratado y un poquito de ingenio para que el nuevo mensaje sea atractivo y útil.
Así pues, divulgar consiste en destilar la información para extraer su máxima esencia y transportarla a todo el mundo.
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Foto de Hanna Balan en Unsplash