“¿Qué habéis venido a hacer a la universidad?”, pregunta un profesor a su alumnado. “Obtener una licenciatura”, responde la mayoría.
No obstante, los objetivos deberían ser mucho más elevados y ambiciosos. La cultura y el estudio no sirven solo para una profesión sino para formar a ciudadanos libres, capaces de razonar y con una conciencia crítica. La escuela, la educación y el conocimiento resultan pilares básicos y robustos sobre los que asentar una sociedad con valores.
A lo que me refiero es que, llegado el momento de elegir los estudios a cursar, siempre viene a pasearse por la mente la idea de que el título logrado irá de la mano de un trabajo. Es decir que, por lo general, se eligen los estudios con la vista puesta, de forma exclusiva, en la profesión o en los posibles oficios que se nos permitirá desempeñar al mostrar la titulación obtenida. Pocos son los que piensan en todo el aprendizaje que podrán adquirir durante el camino a recorrer hasta la meta como, por ejemplo, el respeto por los compañeros y por las diversas formas de pensar, en aras de desarrollar un espíritu crítico y saber defender las ideas propias de forma eficaz, a la par que se descubren debilidades y fortalezas, pasiones y limitaciones que forjarán el carácter de la persona y por tanto del ciudadano o de la ciudadana.
Aún recuerdo las palabras de una compañera de trabajo: “Jamás permitiré que mis hijos se dediquen a la ciencia, quiero que tengan un buen futuro y seguridad económica”.
Y ¿qué pasa con la pasión, la curiosidad, los retos, la bondad y la generosidad? No cuentan ya para casi nadie… El miedo a no poder ganarse la vida y la falsa creencia de que las dificultades son sinónimo de fracaso y miseria, en lugar de verlas como maestras que nos harán aflorar nuestros atributos más valiosos, pesan demasiado… y cada vez más favorecen la parte productiva frente a otros valores.
¿Trabajar para ganar dinero o para darle sentido a tu vida e influir en la sociedad?
En mi caso, como científica, elegí la segunda opción ya que quería aportar valor a través de mi formación y trabajo al mundo científico y mejorar la calidad de vida de cuantos más pacientes mejor. Obviamente mi objetivo no era ganar mucho dinero ni disfrutar de una vida cómoda con un contrato fijo y una seguridad. Mi pasión pesaba más que mi razón, la cual me aconsejaba que eligiera “otra cosa más segura “. No es un misterio admitir que la vía de la pasión es siempre la más difícil de seguir, pero es, por lo general, la que mayores recompensas da. Si bien algunas de estas no pasan por engrosar las arcas ni los bolsillos, sino que más bien vienen en forma de enormes avalancha de felicidad al saber que se ha podido avanzar en el tratamiento de tal enfermedad gracias experimentos que has realizado tú misma, o que tal paciente ha podido lograr una curación que le permitirá disfrutar de una buena calidad de vida. Aquí cada cual que complete, según sus gustos, lo que le llena el corazón de felicidad.
Está genial pensar en la profesión al elegir el camino del estudio, pero no nos olvidemos invitar también a esa mesa de decisiones a aquello que nos hace vibrar y que da sentido a nuestras vidas, para darle su valor y que pueda estar presente a la hora de decidir. Luego que cada cuál tome el camino que más le convenga.
Y si llegara a darse el caso de que el camino elegido no nos satisficiera, ¡podemos cambiar de rumbo, sin problema! Cómo dice el profesor Nuncio Ordine: “la curiosidad sobre una base de cultura, te permite hacer todos los oficios posibles “. ¿Cuántas personas ejercen una profesión que eligieron únicamente sopesando la parte económica y que no les llena en absoluto y deciden replantearse su futuro, abrazando un posible cambio? Más de las que te imaginas, créeme. La elección de los estudios superiores es sólo una elección más de todas las que realizarás a lo largo de tu vida, no le des una importancia desmedida ni pienses que si no aciertas en la elección, te condenarás a un futuro desolador. Eso no es cierto.
Lo que creo que cabe enfatizar para concluir este Post, es que resulta de suma importancia tomarse el tiempo necesario para escucharse y conocerse a uno mismo o una misma, con el fin de fijar un camino o un propósito alineado con tu más profunda esencia, porque hacer algo que nos apasione y que aporte valor a la sociedad es, te lo garantizo, una experiencia extraordinaria.
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Foto de cabecera pertenece a Игорь Альшин en Pexels.
